El
oficio del orfebre, en su esencia y carácter, fue uno de los primeros en nacer
tan pronto se formaron sobre la tierra los primeros grupos sociales. Al
despertarse en el hombre el gusto por el adorno, inherente a la condición
humana, nació el orfebre.
La vida civil y la religiosa usaron siempre y
en todas partes la orfebrería.
Es un oficio que persiste en una
trayectoria casi no interrumpida a través del tiempo, con una intacta pureza que
justifica su prestigio multisecular. Prestigio que se debe a la calidad de las
obras y a la riqueza de los materiales de que se sirve. Prestigio poético, casi
sobrenatural, mágico, de alguno de ellos, como el oro.
Por ejemplo,
Cristóbal Colón busca el oro en América no sólo por el simple provecho material
sino también por las propiedades mágicas y curativas que se le atribuyen. El oro
aparece en la poesía e incluso en las religiones, con intención moralizadora,
muchas veces. En la sabiduría popular, en forma de proverbios inspirados tanto
en la excelsitud del oro como en la pureza de la plata.
Como todo arte,
la orfebrería es hija de los distintos estados de cultura de los pueblos, y ha
reflejado en perfecta sincronización, la curva ascendente o descendente de la
vida de los mismos.
Orfebrería: hija y exponente de la Cultura en el más
amplio sentido del vocablo.
AUTOR:REYNALDO GUERRA HURTADO
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