lunes, 6 de agosto de 2012

Mompós conmemora el bicentenario de su independencia absoluta

En la historia de Colombia el 20 de julio de 1810 es una fecha de gran importancia en la lucha por liberarnos del poder colonial español, pero en esa lucha hay otra fecha igualmente importante, desafortunadamente desconocida por muchos colombianos: el 6 de agosto de 1810. Ese día Mompós, o Mompox, su nombre histórico, proclamó con gran valentía su independencia absoluta de España y de todo poder extranjero, mientras que en Bogotá unos días antes, el 20 de julio, el movimiento de independencia que surgió a raíz del incidente del florero seguía manifestando su fidelidad al rey Fernando Séptimo, de España.
Este 6 de agosto Mompós conmemora, pues, el bicentenario de ese gran acontecimiento de su historia, pero para los momposinos, ya seamos de corazón o de nacimiento, esta conmemoración debe ser la ocasión para reflexionar sobre tantas dolencias de nuestra ciudad, sobre su decadencia y, por supuesto, sobre su futuro.

En efecto, duele tener algunos pésimos servicios públicos, como el del acueducto; duele ver funcionarios públicos incompetentes; duele ver el nivel académico tan bajo al cual ha caído el Colegio Pinillos, donde hice todo mi bachillerato y era en ese entonces un colegio de prestigio en toda la región; duele ver tanta pobreza, que obliga a unos a emigrar en busca de trabajo y mueve a otros a aprovechar cada elección para vender su voto, que equivale a vender sus conciencias; y, finalmente, duele ver cómo esta corrupción electoral verdaderamente corrompe o deja sin sentido ese derecho fundamental que es el de poder elegir libremente nuestros gobernantes.

Se llega a esa conclusión al constatar que, en general, nadie puede aspirar a ser elegido alcalde o concejal en Mompós si no cuenta con un financiador de su campaña de publicidad y de compra masiva de votos, campaña que, naturalmente, deberá resultarle más tarde rentable a su financiador. Esta situación trae como consecuencia que ciudadanos competentes y honestos, animados de un gran deseo por mejorar las cosas en Mompós, tengan que renunciar a la vida política, es decir tengan que “tirar la toalla“, con el agravante de que la ciudadanía deja de interesarse en vigilar a los gobernantes y de cómo ellos hacen uso de los dineros públicos.

Creo que basta pensar un poco para darse cuenta que se gana más eligiendo a buenos gobernantes que vendiendo el voto. Con la venta de sus votos una familia puede tener comida por unos días mientras que eligiendo a buenos gobernantes esa familia gozará de mejores servicios públicos y, en particular, podrá beber mejor agua, algo básico para una buena salud, y todo eso para toda la vida.

Toda esta situación que se vive en Mompós y en toda nuestra región es consecuencia de la corrupción, sobre todo de la electoral, y en mi opinión, si en 1810 el reto fue cómo liberarnos de España, en 2010 el nuevo reto para los momposinos y también para todos los colombianos, es cómo luchar para liberarnos de la corrupción teniendo como meta acabar con la electoral, que es la peor.

Este mal existe en todos los países, y la diferencia entre ellos es sólo de grado, pero en general mientras mejor sea el nivel educativo mayor será la vigilancia ciudadana a los funcionarios públicos y por consiguiente menor será la corrupción.

Este análisis nos deja ver que la mejor manera de luchar contra la corrupción es mediante una buena educación, es decir una educación que nos forme, nos haga ver lo que es esencial y nos enseñe a ser críticos e imaginativos.

La formación debe ser un rasgo esencial de una buena educación y en un país en donde abunda la inmoralidad y el fanatismo una formación ética es fundamental.

Un ejemplo que ilustra muy bien lo que significa esta formación educativa es esa bella carta de Bolívar a su gran maestro Simón Rodríguez enviada en enero de 1824 desde Pativilca ( Perú ), en la cual escribió: “Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso “. Esa carta, que le hace honor a Bolívar al reconocer la deuda que tenía con su maestro, es desafortunadamente poco conocida, inclusive en Mompós, en donde se recuerda mucho esa famosa frase de él y que enorgullece a los momposinos: “Si a Caracas debo la vida a Mompox debo la gloria de haber liberado la ciudad de mi nacimiento”. Bolívar hace ahí alusión al apoyo militar oportuno y decisivo que recibió en Mompós en enero de 1813 para su Campaña Admirable, que culminó con su entrada triunfal a Caracas en agosto de ese mismo año.

De los próceres del 6 de agosto de 1810 hubo uno que me ha impresionado mucho por la importancia que le atribuyó a la educación y quien con gran coraje enseñó y sostuvo con sólidos argumentos la justicia de la causa de la independencia, que él sólo podía concebirla como absoluta: Juan Fernández de Sotomayor, quien ese 6 de agosto actuó como párroco de Mompós..

Fernández de Sotomayor nació en Cartagena y su fomación para ser sacerdote, con un doctorado en filosofía, la recibió en Bogotá en los Colegios de San Bartolomé y del Rosario, en este último fue alumno de ese gran prócer nacional nuestro: Camilo Torres, autor del famoso Memorial de Agravios.

Sus ideas sobre la necesidad de la independencia las presentó en su obra “Catecismo o instrucción popular”, publicada en 1814. La escribió, usando el método socrático de preguntas y respuestas, a fin de presentar como justa la causa de la independencia y al mismo tiempo para educar políticamente al pueblo sobre la necesidad y las ventajas de independizarnos en momentos en que se temía una reconquista española y, además, para contrarrestar la influencia de algunos clérigos que se oponían a la independencia.

Comienza su obra con la afirmación de que España pudo colonizarnos tanto tiempo porque nos mantuvo en la ignorancia y luego escribe que una vez independientes lo primero que habría que hacer es construir escuelas. Sobre el nuevo tipo de educación que se debería dar en esas escuelas hay una frase en la cual, refiriéndose a la enseñanza de la religión en los catecismos de la época colonial, deja ver la necesidad de una reforma en ese campo a fin de formar, naturalmente en un marco católico, espíritus críticos. La frase, en la cual él también denuncia el oscurantismo y el fanatismo religioso de la época, dice :

“Es sumamente doloroso ver la ignorancia en que hasta aquí hemos vivido respecto a ella. Un mal catecismo en que con las menos palabras posibles se duplicaban los principales misterios de nuestra creencia; una multitud de librejos que con el título de vida y milagros de este o aquel santo servía para darnos las primeras lecciones en la escuela como para acostumbrarnos desde la infancia a creer patrañas y falsos milagros, a ser fanáticos y supersticiosos; maestros que educados de la misma suerte jamás podrían formar sino discípulos peores que ellos; colegios y universidades en que se embotaba el talento de la juventud con los embrollos y sutilezas del escolaticismo, y que con el nombre de Teología todo se enseñaba menos las pruebas y fundamentos de la religión cristiana, todo esto entrará en el plan de una reforma capaz de hacernos cristianos por principios, y de consiguiente librarnos de los falsos temores de peligro en la religión por nuestra comunicación con los que no la profesan“.

Con igual coraje Fernández de Sotomayor también denunció la Conquista como ilegítima por dos razones principales: por habernos sido impuesta por la fuerza, de manera “bárbara y feroz” utilizando la cruz y la espada, y por carecer de todo fundamento la famosa bula del Papa Alejandro Sexto, según la cual él se consideraba con poder “terrenal” para hacer donación de las tierras conquistadas al rey de España. Para Fernández de Sotomayor la Conquista fue, pues, ilegítima y eso lo llevó a concluir que la causa de la independencia era justa .

Para Camilo Torres, quien en su Memorial de Agravios le daba cierta legimitad a la Conquista por la sangre derramada en ella por los conquistadores, la independencia que él proponía tenía un sentido diferente: integrarnos sobre una base de igualdad a la Corona Española.

Fernández de Sotomayor fue, pues, en sus ideas sobre la independencia más radical que Camilo Torres; sinembargo, cuando uno piensa que Camilo Torres murió fusilado, el Catecismo y su autor condenados por la Inquisición, uno constata que después de haber tenido que huir y verse obligado a retractarse, gracias a un indulto Fernández de Sotomayor no terminó su vida en los calabozos de esa institución sino, por el contrario, recibiendo dos grandes distinciones: ser Rector del Colegio del Rosario en Bogotá y luego ocupar el cargo más alto de su carrera eclesiástica, que fue el de ser obispo de Cartagena, su ciudad natal, en donde murió.

Admiro en este gran patriota la forma inteligente de defender nuestra libertad basándose en ideales de justicia y también por haber comprendido muy bien que, una vez liberados de España, para la construcción de un nuevo país tendríamos que liberarnos, mediante una buena educación, de la ignorancia y de los fanatismos, sobre todo del religioso, que a lo largo de la historia tanto daño le ha ocasionado a nuestro país.

En el Catecismo de este gran cura rebelde que tuvo Mompós durante varios años hay, pues, ideas de actualidad que merecen ser recordadas con motivo del bicentenario del 6 de agosto.


AUTORA: MARCELA PEREZ CRISTO

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